En fotografía, un holograma es una serie de
reproducciones en forma tridimensional e irreal, derivada de una imagen real.
Estas imágenes resultantes tienen todas las características de la imagen
original excepto la tangibilidad, sin embargo
dependiendo de la calidad de la copia se puede evaluar, analizar y hasta
interactuar con ella. La técnica utilizada para crear imágenes holográficas, es
a través de la reubicación de la luz que la imagen original proyecta y
mostrarla en varios planos, de manera que la vista humana lo capta como una
imagen integral y el cerebro por ende la interpreta como una imagen
tridimensional.
De la misma manera ocurre con nuestras
perspectivas pasadas o futuras. Nuestro presente constituye la imagen original
y real, mientras que nuestro pasado y nuestro futuro son solo proyecciones
holográficas derivadas de nuestra experiencia, lo que le da las características
y cualidades que nuestra mente interpreta como real.
Cuando enfocamos un hecho bien sea pasado o
futuro, este reproduce en nuestro presente las sensaciones vividas o por
vivirse, basado en lo que nuestra experiencia ha grabado en el subconsciente
como un sistema de creencias que al darse por cierto deriva en prejuicios,
presuposiciones, paradigmas o estereotipos que carecen de total
tangibilidad debido a que tanto el
pasado como el futuro tienen cualidades
atemporales en el “aquí y el ahora”.
Nuestro momento presente es el resultado de
nuestras decisiones pasadas y nuestro futuro dependerá de las decisiones del
presente. Podemos evaluar, analizar e interactuar con esas sensaciones
derivadas de las vivencias para obtener resultados deseados en un futuro, pero
entendiendo siempre que la única imagen original y real lo constituye el “Aquí
y Ahora”. Si partimos de la valoración y el reconocimiento de las bendiciones
representadas por nuestros recursos actuales, estaremos en mayor disposición
anímica para plantearnos planes de acción claros, limpios y desprovistos de la
depresión que implica el pasado o la ansiedad que genera el futuro. A fin de
cuentas son solo imágenes holográficas que nuestro cerebro por intermedio de
nuestra función imaginativa interpreta como real.
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