Muchos instructores, gurúes, “maestros” espirituales y terapeutas de desarrollo personal recomiendan “vibrar alto”. Pocos son los que explican que vibrar alto quiere decir orientarse al rango superior inmediato de un talante habitual y de acuerdo a una escala metodológica preestablecida.
Desde el punto de vista científico y en las
palabras más sencillas posible se denomina alta vibración al movimiento de la
energía en su rango más sutil, baja vibración sería una manifestación más densa
de dicho movimiento.
La energía se expresa en ondas y la vibración
se mide en hertz, una onda por su velocidad y repetición tendría una determinada
frecuencia vibratoria de una medida específica de hertzios o megahertzios dependiendo
su tipo (luz, sonido, emoción, pensamiento, etc)
El choque o encuentro de dos ondas homologas en amplitud crean un fenómeno conocido
como resonancia armónica que da como resultado la magnificación de sus
propiedades, caso contrario una de las dos anulará a la otra por lo que
resultará en una resonancia destructiva.
De lo antes expuesto podría concluirse que es
más conveniente vibrar de manera “homologa” que de manera “buena” ya que el
adjetivo de “buena vibra” está asociado al concepto de “vibrar alto” cosa que
puede resultar en una resonancia destructiva, ya que las personas que buscan
vibrar alto lo hacen en un momento de crisis, depresiones y ansiedades, justo
cuando más “bajo” están vibrando.
Entender la diferencia entre vibrar alto
desde la perspectiva de una predeterminada escala emocional y vibrar alto desde
la aplicación científica de las leyes cuánticas, es vital para poder orientarse
a procurar una “vibración homologa” a nuestros propósitos. Un ejemplo práctico
lo encontramos con la motivación por medio de la música. La frecuencia
vibratoria de la música que se utiliza para entrenar una disciplina deportiva
no es la misma que la que se utiliza para meditar o relajarse. No debe
confundirse en este particular frecuencias con ritmos, aunque el ritmo musical
tiene subvariaciones y rangos de frecuencias según el tipo. No es necesario
conocer de escalas vibratorias para entender qué tipo de música es más homologa
y armoniosa con la actividad que un determinado momento estamos realizando,
esta es la razón por la cual “sentimos” que odiamos o rechazamos un tipo de música
en unas ocasiones y en otras no nos parece tan desagradable y hasta nos “activa”
El ejemplo de la música puede aplicarse mutatis mutandi, a muchísimos otros
aspectos de la vida, tales como relaciones, trabajo o estudios, salud, etc.
Nuestra emocionalidad es el mejor “termómetro” para identificar cuando una
determinada vibra es “buena” u “homologa” independientemente de que sea alta o
baja, de allí que la gratitud resultante de imaginar el bienestar como si ya
este estuviera manifestado sea el camino más inmediato para lograr el efecto de
“resonancia armónica”. Por ello la máxima ocultista resume; “si se siente bien…es
bueno!”
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