La
tristeza encantada
Es la
que llega a veces sin causa aparente…justo cuando mas diversión o frenética
labor hay. Cuando no existe razón alguna sino para reír y celebrar, aparece
como por arte de magia para empañar un momento gozoso.
Esa
comida que disfrutas en tan buena compañía, esa pareja de baile que te atrae,
esa graduación tan merecida o el aniversario de vida, bodas o amistad de
repente deja un sabor agridulce inesperado…
Y contrario
a lo común, nada tiene que ver con programaciones subconscientes, improntas
previas o creencias preestablecidas ocultas. Ese sentimiento sutil de sensación
de tristeza viene dado por un fenómeno biológico emocional denominado
imprimación.
Al
igual que las aves, que asumirán lo primero que ven al salir del cascaron como
su madre, la imprimación es una especie de empatía grabada en la emocionalidad
durante un momento de profundo significado. Este vínculo emocional es tan
fuerte que permite a una persona “sentir” lo que otra, de la cual se haya
imprimado, está experimentando en un momento dado.
Se dice
que las madres y algunos padres pueden presentir si sus hijos están tristes o
angustiados, entre amantes con profunda conexión emocional también ocurren
estos fenómenos al igual que en relaciones fraternas profundas y sinceras.
A nivel
cuántico se da el fenómeno de “superposición” de las partículas, es decir
pueden estar en dos o más lugares a la vez y comunicarse a distancias gigantescas.
La imprimación es un fenómeno emocional tan profundo que su efecto queda
grabado a nivel subatómico e inclusive puede pasar como código hereditario de
una generación a otra.
La
psicología cognitiva y evolutiva y la filosofía le han dado el nombre de “fantasía
inconsciente” a una serie de representaciones mentales que se dice tienen su génesis
desde el útero o durante el nacimiento y causante entre otras del efecto “amigo
imaginario” en los niños, cuando bien podría tratarse de una imprimación
hereditaria que se manifiesta en la mente libre de barreras de creencias de los
infantes.
De
manera que si llegamos a experimentar la “tristeza encantada” no debemos
suprimirla, evadirla ni resistirla…se trata de un mensaje de conexión para
evocar, remembrar, discernir y valorar aspectos importantes de nuestra vida que
no estamos reconociendo.